Mural «Mitos Universales» de tercero de preescolar.

El espacio de la clase de artes plásticas está diseñado para experimentar el contacto con el material. Es una invitación para conocernos, para conocer el mundo, y para reconocernos dentro de él, así como habitarlo desde nuestras propias manos.

Ante la pérdida del espacio presencial y de la amplia gama de material con el que experimentan los niños al asistir a clase, la sensación era como de habernos quedado sin insumos para lograr trasladar la experiencia plástica a un espacio virtual.

Día a día fui entendiendo que ellos tenían la capacidad de transformar este espacio y lograr un ambiente con las características que lo soportan: la entrega y el encuentro con nosotros mismos.

Las pantallas fueron ventanas y abrieron puertas para ilustrar sus días. Así se fueron construyendo los cimientos en nuestra cita cotidiana. Desarrollaron otras habilidades haciéndose cargo de su obra,  y encontrando la libertad que sugiere el arte, la indispensable para que se plasme eso que ellos son y las posibilidades de conocernos más a fondo y mirarnos de cerca a partir de su obra.

Los mitos fueron el pretexto para hacer un viaje interno, para nutrirlos de imágenes desconocidas e historias fantásticas que pudieran sacarlos de ese mundo que se ha visto reducido por el encierro, que pudieran vigorizar su imaginación, y a mí, me permitieron contemplar aquello que sólo podría mirar habitando su propio cuerpo.

El arte es un artículo de primera necesidad que nos permite por medio de nuestros trazos ir plasmando nuestra biografía y poder visualizar nuestras posibilidades de transformar el mundo. La fantasía es un acompañante que nos ayuda a poder habitarlo de una manera diferente.

Trabajamos como colectivo, sin juicios ante la  creación, sin encuadrar la estética. La imperfección los desarrolla y distingue. Sólo así cada uno puede ser lo que decide en ese momento.

De esta forma creamos una pieza única, donde mis manos se prestaron para tratar de pasar fielmente cada uno de sus dibujos y agregar en tinta blanca aquella compañía, aquella mirada y aquella emoción que siempre brota ante la creación.

Ceyla Orlaineta Zuñiga

 
Compártenos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *